En la actualidad, la media de altura en nuestro país se sitúa en 174 centímetros si nos referimos a los hombres y 163 centímetros si por el contrario hablamos de mujeres. ¿Qué nos pasa cuando invertimos las medidas? "No podría. Me siento como Blancanieves y los siete enanitos. Me gustan los complementos, pero no que el chico parezca un bolso", es lo que cuenta Martina (33) cuando le pregunto por qué no estaría con un chico más alto que ella.
"Siento ser tan superficial, pero es que, si tú eres relativamente alta y con curvas y él es bajito, te hace parecer más grande y corpulenta a ti". Y ojo, que no es que no haya estado en ninguna situación así: "Una de ellas fue en una cita de la app Bumble, el muy cretino no puso su estatura -y ojo, porque si no la ponen es porque son bajitos-, en las fotos no se notaba y cuando llegó le tenía que mirar por encima, encorvando la cabeza para hablar con él. Era guapo, pero me sentía rara".
Si hablamos con alguien del sexo contrario, encontramos el mismo pensamiento: a sus 36 años, Álex no ha tenido nunca una cita con una chica más alta que él. "Es que cuando salgo ni siquiera me fijo. Necesito que esté más a o menos a mi altura por lo menos para mantener una conversación o si no, no me atrae nada".
De arriba abajo o viceversa
¿Y si él supera esa media de los 174 cm? ¿También nos gusta o nos desagrada? Carmen se reencontró con un amor de verano años después de aquel período estival y tuvo el mismo pensamiento: "Yo mido 166 cm, creo que soy de estatura normal, pero es que cuando nos reencontramos sólo sabía mirar para arriba y pensar: ¿cómo me voy a lanzar a darle un beso si me tengo que poner de puntillas? Tenía que ser una situación donde estuviéramos sentados, a la misma altura. Me empecé a rallar porque pensaba en todo lo demás y sufría muchísimo, así que fue un encuentro fugaz, porque no pasó absolutamente nada".
Las excepciones que ¿confirman? la regla
Entonces, ¿se confirma la regla de que nosotras los preferimos altos -pero adecuados a la media - y ellos nos prefieren con una estatura menor a la suya, sea cual sea? Diferentes parejas de famosos no han estado exentas de sonadas polémicas con el tema de la altura, como es el caso del actor Tom Cruise, que llevaba plataformas en las alfombras rojas para que su mujer por aquel entonces, la también actriz Nicole Kidman, no pareciera más alta que él. En la actualidad, también vemos otras que vienen a desmentir la teoría, como la de Sarkozy y Carla Bruni, o Zendaya y Tom Holland.
También las tenemos a nuestro alrededor: Paola, que mide 1,78 cm con 55 años, y Ricardo, que tiene 63 y una altura de 1,65 cm, se conocieron hace 30 años en la empresa donde ella trabajaba junto a la que hoy es su cuñada, lo que adelanta que sí, siguen felizmente casados. Ella no se fijó en ningún momento en su estatura, había otros rasgos en él que resaltaban, como "sus ojos azules de una intensidad que me dejó impresionada". Miguel, sin embargo, sí que reparó en esto: "¿Cómo no hacerlo? Era una mujer altísima y guapísima. Pero yo no he tenido prejuicios con la altura, aunque sea bajito para la media. Las bromas típicas con los amigos siempre, pero yo me llevo bien con todo el mundo".
Un tema a pasar por alto
Lo mismo les pasa a María y Juan, que se conocieron hace unos años en un bar del centro de Madrid que ambos frecuentaban. Aunque lo cierto es que al principio no se fijaron el uno en el otro, hasta tal punto que incluso ella consiguió que se liara con su amiga, con la mala - o buena suerte- de que aquello no les salió bien y Juan, que mide 1,75 cm, esperó tres meses a lanzarse a María, tal y como relata él mismo: "Estuve detrás de ella mucho tiempo, pero no pensé en ningún momento en su altura, yo veía a una tía muy grande pero no era un inconveniente".
Ella, con su 1,83 cm, estaba acostumbrada a fijarse en todo tipo de alturas: "Para mí no es un factor determinante por el que estar con una persona. Al ser yo tan alta, también creo que no me fijo porque se me cerraría el campo a personas que me atraen por otras cosas".
No es frívolo, es evolutivo
No es de extrañar que Martina nos pusiera de ejemplo al comienzo de este reportaje a Blancanieves y los siete enanitos. La propia Blancanieves estaba contrariada al comienzo del filme y en un primer momento, era una locura que se planteara un romance con alguno de sus nuevos amigos. Pero no es la única referencia si seguimos en esa misma línea, toda la filmografía de Disney nos presenta historias de apuestos y altos caballeros que enamoran perdidamente a bellas damas las cuales, en ningún caso, son más fuertes o poderosas que ellos, ni física psicológicamente.
Con eso hemos crecido, y es sólo una mínima parte de lo que seguimos guardando en nuestra cabeza, como también reconoce nuestra primera protagonista: "Ahí va parte de nuestra inseguridad, es decir, no es que él esté mal físicamente, es que la que se siente mal eres tú por ser más grande. Igual que ellos muchas veces no querrían salir con chicas más altas por lo mismo. Al final, creo que esperamos que ellos sean más fuertes, más protectores, y cuando sientes que le puedes dar dos collejas y salir corriendo pues está claro: ni tú quieres ser una bigarda ni ellos quieren sentirse liliputienses, aunque sea un pensamiento anticuado".
Mirando al pasado
Un claro razonamiento que confirma Alejandra Nuno, socióloga, conferenciante inspiracional, responsable de innovación y estrategia H&A: "En las sociedades occidentales contemporáneas, la preferencia de las mujeres por hombres altos puede estar ligada a construcciones sociales de género y poder. La altura en los hombres se asocia frecuentemente con atributos como la protección, la provisión y el dominio, cualidades que históricamente han sido valoradas en el rol masculino dentro de una estructura patriarcal".
Aunque, evidentemente, también es evolutivo -y, menos mal, con esperanza de evolucionar-: "En este sentido, la altura podría haber sido un indicador de salud y capacidad física en tiempos prehistóricos, cuando la fuerza y la capacidad de proteger y proporcionar recursos eran vitales para la supervivencia. No obstante, esta visión evolutiva no debe ser vista de manera determinista. Las preferencias humanas son altamente plásticas y están sujetas a cambios conforme cambian las estructuras sociales y culturales. Por ejemplo, estudios recientes en sociología han demostrado que las mujeres en sociedades más igualitarias, donde tienen acceso a recursos y autonomía, pueden mostrar una menor preferencia por la altura en hombres, sugiriendo que las preferencias están moduladas por el contexto social".
Tú y las otras mujeres
El biólogo evolucionista Ambrosio García Leal apunta un dato importante: "A diferencia de las mujeres, los varones no perciben la talla de una pareja potencial en relación a la propia, sino en relación al conjunto de la población femenina. Si ellos tienden a emparejarse con mujeres que no les superan en estatura es, simplemente, porque las estaturas femeninas típicas están por debajo de las masculinas. Ellas, en cambio, sí manifiestan una marcada predilección por las tallas que (sin llegar al gigantismo) están por encima de la media. Incluso las mujeres que recurren a la inseminación artificial para ser madres tienden a elegir donantes de esperma por encima del metro ochenta, lo que sugiere que la estatura elevada se contempla como una cualidad muy estimable en un padre potencial".
En cualquier caso, hay que cambiar el cuento. La princesa puede ser más alta o más baja que la media, ir a crossfit, salvar del oso al caballero y trotar a caballo -o donde quiera- con el supuesto amado agarrado a su espalda buscando la salida más próxima. Allí podrá dejar que el príncipe, ahora sí, se recupere del tremendo susto solo.